La 27ª edición de la Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, conocida como COP27, terminó el 20 de noviembre en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij tras 14 días persiguiendo el objetivo de alcanzar nuevos acuerdos contra el calentamiento global.
El evento más importante del año en la lucha contra el cambio climático no ha cumplido las expectativas ante la tibieza de las medidas y compromisos adoptados, muchos de los cuales no son más que una prórroga o ratificación de los acuerdos alcanzados en la COP26, la edición anterior celebrada en Glasgow.
Según los organizadores, más de 66.000 personas han asistido a la cumbre, en la que también han participado 112 jefes de Estado y de Gobierno; siendo el evento climático con más asistentes hasta la fecha. No obstante, las ausencias en la COP27 han sido casi igual de llamativas que el número de asistentes, ya que en esta edición no han participado potencias como Rusia, inmersa en un conflicto bélico, China o India.
La presidencia egipcia de la cumbre climática anunció semanas antes de presentar el programa de la COP27 que esperaban ser “la conferencia de la implementación”; aludiendo al objetivo de concretar medidas y no quedarse solo con las buenas intenciones. No obstante, resulta preocupante de cara a adoptar medidas eficaces contra el calentamiento global que no hayan participado en la cumbre China e India, los dos países más poblados y contaminantes del planeta.
COP27: FONDOS A FAVOR DE LA JUSTICIA CLIMÁTICA
El acuerdo más relevante alcanzado durante la COP27 ha sido la creación de un fondo para financiar pérdidas y daños provocados por el cambio climático en países en desarrollo que sean particularmente vulnerables y que apenas hayan contribuido al calentamiento global.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres definió este acuerdo como “un paso importante hacia la justicia climática”, ya que durante años los pequeños países insulares o los Gobiernos con pocos recursos han denunciado la pérdida de biodiversidad y las catástrofes naturales que padecen por culpa del cambio climático y la actividad de las grandes potencias.
A pesar de que los organizadores egipcios de la cumbre han remarcado el hito de haber alcanzado un acuerdo histórico, Guterres ha rebajado el optimismo y se ha alineado con la opinión de la Unión Europea, que considera que no basta con la creación de este fondo solidario y que todavía queda mucho trabajo por hacer.
DECEPCIÓN DE LA UNIÓN EUROPEA
Si bien el acuerdo para crear un fondo contra los daños provocados por el cambio climático es un paso importante, los países de la Unión Europea consideran que se ha dejado de lado una cuestión fundamental: evitar que la temperatura media del planeta supere los 1,5º.
Guterres calificó el hecho de superar los 1,5º de media como “la línea roja”, un punto de no retorno que hay que evitar si se quiere reducir la temperatura del planeta a niveles preindustriales.
La cumbre de Sharm el Sheij apenas ha profundizado en soluciones contra la descarbonización y la reducción de emisiones que eviten el calentamiento global. El Plan de Implementación acordado en Egipto insta a los países a reducir progresivamente el uso de carbón y combustibles fósiles en sus industrias, algo que ya estaba reflejado en el texto de la COP26 de Glasgow.
Esta tibieza en las medidas propuestas contra el uso de combustibles fósiles y la falta de acuerdos concretos han estado a punto de provocar el abandono de la representación europea en la cumbre. El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, no ocultó su “decepción” al no conseguir “un lenguaje fuerte” y una verdadera implicación del resto de países a favor de la reducción de emisiones.
PACTOS CONTINUISTAS O A MENOR ESCALA
El acuerdo “Accelerating to Zero” (A2Z) refleja el compromiso de 200 países, regiones y fabricantes para dejar de vender automóviles y furgonetas de combustión a partir de 2035. Un pacto que ya se había firmado en la COP26, y cuya única novedad en la cumbre egipcia es la adhesión de nuevos países como Francia y España. No obstante, siguen sin adherirse al acuerdo las principales potencias del sector como Alemania, China, EEUU, Japón o Corea del Sur.
La cumbre también ha servido para firmar pactos y compromisos particulares entre países vecinos. El ejemplo más destacado es el acuerdo alcanzado entre Colombia y Venezuela para luchar contra la deforestación del Amazonas, el pulmón de la Tierra que acoge el 10% de la biodiversidad del planeta, y al que también puede sumarse Brasil.