La palabra sostenibilidad se ha convertido en la gran protagonista de los Juegos Olímpicos de París 2024. El propio Comité Olímpico de la capital francesa anunció que esta edición sería la más sostenible de la historia y, por el momento, las cifras parecen darles la razón.
A pesar de que la celebración de un evento de esta magnitud no puede ser un ejemplo de sostenibilidad debido al volumen de personas que moviliza y a la gran cantidad de infraestructuras y recursos necesarios para llevarlo a cabo; la organización de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha adoptado medidas que minimizan el impacto ambiental del evento.
Los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cuyas infraestructuras fueron certificadas por BREEAM, asumieron el reto de ser las primeras olimpiadas en las que la sostenibilidad cobraba protagonismo, logrando reducir considerablemente la huella de carbono habitual en este tipo de eventos y fomentando el uso de instalaciones preexistentes. Esta tendencia se ha incrementado en ediciones posteriores, siendo Paris 2024 la edición más respetuosa con el medioambiente.
París 2024 reduce, reutiliza y recicla
La estrategia de sostenibilidad que ha seguido la organización de los Juegos Olímpicos de París 2024 está muy relacionada con la denominada regla de las tres erres: reutilizar, reducir y reciclar. Gracias a esta filosofía, se espera reducir a la mitad la huella de carbono producida en los juegos de Tokio 2020, que habían sido los más limpios, en términos medioambientales y de emisiones de CO2, hasta la fecha.
Uno de los motivos más importantes, si no el principal, por el que París ha limitado drásticamente su huella de carbono, reside en que un 95% de las infraestructuras que se están utilizando ya existían previamente. Es decir, no se han construido inmensos estadios o recintos deportivos con un ciclo de vida limitado a los propios juegos, como ha ocurrido en otras ediciones.
El Stade de France, el Accor Arena o el Porte de la Chapelle, son recintos deportivos emblemáticos de la capital francesa y han sido reacondicionados para poder acoger diferentes disciplinas deportivas, evitando de esta forma la necesidad de construir nuevos edificios. El mítico Roland-Garros o los campos de entrenamiento del Parc des Princes, propiedad del Paris Sant Germain, son algunas de las instalaciones certificadas por BREEAM que están siendo utilizadas en estos Juegos Olímpicos.
Pero el aprovechamiento de infraestructuras existentes no se limita a los estadios olímpicos o las pistas de tenis. Lugares emblemáticos de París, como la Place de la Concorde, el Campo de Marte o l’Espanade des Invalides, también han sido readaptados para convertirse en terrenos de competición. De esta manera se han aprovechado al máximo los espacios que ofrece la ciudad.
La Villa Olímpica que acogerá a las delegaciones que participan en los juegos, en la ribera del río Sena, es un ejemplo de regeneración urbanística sostenible con edificios de diferentes tipologías y materiales de origen natural que tendrá un aprovisionamiento energético 100% limpio a través de energía solar y geotérmica. El propio mobiliario de estas villas cuenta con multitud de materiales reciclados, como las mediáticas camas fabricadas con cartón reciclable o colchones producidos a partir de redes de pesca reutilizadas; una iniciativa que ya se puso en marcha en Tokio 2020 y que parece que se ha convertido en la mejor solución para evitar la fabricación de muebles permanentes para los más de 14.000 atletas que compiten este año.
El sector E de la Villa Olímpica cuenta con la certificación BREEAM y su acondicionamiento perdurará una vez finalizados los juegos, aportando a los habitantes de París un barrio sostenible que se adecúa al concepto de la “ciudad de 15 minutos”. El nuevo barrio ofrecerá a la ciudad más de 3.500 viviendas, un centro hospitalario, un hotel, oficinas, 120.000 m2 de espacios comerciales y casi 6 hectáreas de zonas verdes.
Detalles que marcan la diferencia
La sostenibilidad de estos Juegos Olímpicos va más allá de sus edificios y de la creación de espacios perdurables. La movilidad ha sido otro concepto en el que la organización de París 2024 ha puesto su atención, facilitando una red de 60 kilómetros de carriles bici que conectarán todas las sedes del evento y ampliando la flota de bicicletas de uso público.
Por otra parte, se han cuidado detalles como el de la alimentación, que representa uno de los sectores más contaminantes del planeta debido a las emisiones y al consumo de agua asociados a la producción de carne o el transporte de los alimentos.
Para reducir las emisiones y el impacto ambiental en este ámbito, París 2024 ha apostado por productos ecológicos, de cultivo sostenible y de proximidad. De esta forma, el 80% de los alimentos se han producido en Francia y provienen de un radio inferior a los 250 km de las sedes. Además, se ha reducido el uso del plástico al mínimo imprescindible y se ha ampliado la oferta vegetariana y vegana para reducir el consumo y la producción de carne.
La suma de todos los factores mencionados anteriormente, permite que los Juegos Olímpicos de París 2024 sean los más sostenibles hasta la fecha. Si bien es necesario reiterar que este tipo de eventos no se pueden considerar sostenibles, el esfuerzo realizado en esta edición ha supuesto un avance para estudiar las posibilidades que ofrece el adoptar medidas medioambiental y socialmente responsables a gran escala.