Para elegir una vivienda ya tenías en cuenta ubicación, precio y quizás su eficiencia energética. Luego te explicamos lo que influye en tu SALUD, y ahora te contamos 4 claves que impactan directamente en tu CALIDAD de VIDA.
Por Lucía Rivas Rodríguez,
Arquitecto Técnico
y Félix Rodríguez Fernández,
Relaciones Institucionales BREEAM® España
Cuando compramos o alquilamos una vivienda pensamos en ubicación, precio y quizás en eficiencia energética, pero ¿qué pasa con nuestra salud y con nuestra calidad de vida? La iluminación natural, la calidad del aire, el aislamiento acústico, la ausencia de COVs y bajas emisiones de NOx son aspectos que inciden en nuestra SALUD y que ya analizamos en un artículo anterior, pero…
¿Qué otros aspectos se podrían incluir en el diseño de una vivienda para que mejorase nuestra CALIDAD de VIDA, nuestro bolsillo y también el medioambiente?
Confort térmico
Cada persona posee una percepción diferente y no es posible establecer un nivel general que sea válido para todos. Además, el confort térmico está vinculado a muchos factores que no siempre podemos controlar (velocidad del aire, humedad, la actividad realizada en cada espacio, el tipo de vestimenta del usuario…). Entonces… ¿cómo lo solucionamos?
La respuesta a nivel de usuario se llama “zonificación térmica”. Consiste en que cada usuario de la vivienda pueda ajustar la temperatura adecuada para él y la actividad que está realizando en cada momento o en cada habitación. Puede derivar en malas prácticas (siempre habrá quien pretenda andar en camiseta de manga corta en su casa durante los meses de invierno) pero permite crear condiciones de temperatura específicas, tanto de calefacción como de refrigeración, para zonas de estudio o juegos, habitaciones, salón, etc. que es lo que la mayoría necesitamos.
La respuesta a nivel constructivo se llama “envolvente del edificio”, que es el conjunto de todos los muros, suelos, tejados, techos, ventanas y puertas de nuestro edificio. Un buen comportamiento térmico de esta envolvente puede reducir hasta un 60% la demanda de energía de una vivienda tanto en calefacción como en refrigeración. Es decir, además de favorecer nuestra calidad de vida desde un punto de vista del confort térmico, nos toca en directamente en el bolsillo.
Los requerimientos mínimos se establecen por ley en el Código Técnico de la Edificación (documento básico HE1: Ahorro de energía), pero los edificios sostenibles habitualmente van mucho más allá de los mínimos legales.
Espacios al aire libre
Un factor emocional muy importante para todo ser humano es el contacto visual con el exterior, pero también la privacidad ¿pueden conjugarse ambas cosas en el diseño de una vivienda?
La respuesta la conocemos todos: balcones, galerías, terrazas en la cubierta o la azotea, jardines privados o comunes, patios interiores o exteriores, etc. Sin embargo, es necesario que cumplan ciertos requisitos para que el impacto sea perceptible en nuestra calidad de vida:
- Tener un tamaño suficiente que permita que todos los ocupantes puedan sentarse fuera (por ejemplo, los balcones abiertos y con balaustrada que no sobresalen del edificio no cumplirían el requisito por su reducido tamaño)
- Permitir un fácil acceso a todos los ocupantes, incluidos usuarios con movilidad reducida
- Ser espacios accesibles sólo a los ocupantes de las viviendas designadas y adyacentes o muy próximos a las viviendas (cuando no hay dominio sobre el espacio, ni visual ni físico, corre el riesgo en caer en desuso o abandono.)
- Deben conectar el interior y el exterior de las vivienda, favoreciendo el acceso a la luz natural, la ventilación, el contacto con el aire fresco y la naturaleza.
- En el caso de que las viviendas se encuentren ubicadas en entorno urbano, es clave recuperar las azoteas como espacio de intercambio y comunicación, alejándolas de su tradicional uso como residuo de maquinaria, e integrando la vegetación en fachadas, patios, espacios de conexión y cubiertas.
Vivienda adaptable
La construcción de viviendas que satisfacen las diferentes necesidades a lo largo del tiempo de sus ocupantes es una realidad en otros países europeos que empieza a ser tenida en cuenta en España. En la práctica, son viviendas accesibles y flexibles ¿en qué se traduce eso?
Las viviendas accesibles son cada vez más habituales porque la normativa incluye cada vez más requisitos de obligado cumplimiento no sólo en la edificación, sino también en el transporte, las comunicaciones y los espacios urbanos. Una población cada vez más envejecida y la consideración de las personas de movilidad reducida (todos podemos serlo de forma temporal por un accidente o enfermedad) hace que cada vez seamos más sensibles a este tema.
De nuevo es necesario ir más allá de los mínimos exigidos por ley para que el impacto sea realmente perceptible. Por ejemplo, que las ventanas de las estancias principales permitan vistas al exterior cuando el ocupante esté sentado, que los caminos peatonales de acceso a la vivienda tengan una anchura mínima de 1,5 metros y una iluminación de 20 luxes en exterior y 50 en interior, que existan más plazas de las exigidas por ley para personas de movilidad reducida en aparcamientos comunitarios, etc.
¿Y una vivienda flexible? Se trata de viviendas que se adaptan a las necesidades cambiantes de las familias mediante una estructura fija o móvil. Hablamos de estructura fija cuando una estancia de la vivienda ha sido diseñada para varios usos sin necesidad de realizar obra o transformaciones en ella. Por ejemplo, una habitación que puede cumplir las funciones de dormitorio infantil y ser utilizada también como des
pacho o como sala de estar en el futuro sin realizar ningún acondicionamiento porque tiene todas las instalaciones necesarias (TV, internet…).
Y hablamos de estructura móvil cuando se empleen tabiques que permitan unir y separar espacios a voluntad de los ocupante. Por ejemplo, un amplio salón de estar durante el día que se divide por la noche para habilitar un dormitorio con una privacidad y aislamiento acústico adecuados.
Estos proyectos encuentran su principal obstáculo en la legislación española, ya que exige la especificación de usos y metros cuadrados de los espacios. Una forma de solventarlos es a través de la catalogación de dichos proyectos como “experimentales”, pero esto no hace más que poner el acento en la necesidad de actualización de dicha normativa.
Oficina en casa
El modelo de movilidad actual genera cada vez más estrés (zonas de tráfico congestionado), cansancio (las distancias o el tiempo invertido en el desplazamiento es progresivamente mayor) y siniestralidad. Un informe de Dirección General de Tráfico (DGT) del año 2013: el 76% de los accidentes se producen en días laborables y contabilizan el 69% de los fallecidos.
También hay estudios como el realizado por Ford entre sus trabajadores de ciudades como Madrid, Barcelona, Roma, Berlín, Londres y París, con datos muy reveladores: uno de cada tres europeos considera más estresante el desplazamiento al centro de trabajo que la propia actividad laboral, y el 63% asegura que llega tarde al menos una vez al mes debido a los atascos y el 27% al menos tres veces.
El problema está claro y la solución también: si diseñamos viviendas con el espacio y los servicios necesarios para poder trabajar tanto desde casa como desde un centro de teletrabajo, obtendremos ahorro de tiempo y dinero en desplazamientos, una reducción de los niveles de estrés asociados a dichos desplazamientos y una flexibilidad horaria que nos permita compaginar la vida laboral y familiar. ¿cómo lo hacemos?
Las viviendas con diseño sostenible premian esta visión siempre que se cumplan determinados requisitos. Por ejemplo, si se habilita una oficina en casa para cada vivienda, este espacio debe contar con una adecuada iluminación natural y una ventilación adecuada del espacio designado a tal fin, y existir una toma de conexión (datos, vídeo, teléfono, etc.).
También puede habilitarse un espacio de oficina comunitario que deberá ser de al menos dos puestos de trabajo y 14 m2 por cada 20 viviendas. Deberá contar con toma de red de datos, requisitos mínimos de luz natural y ventilación, escritorios individuales y aseos. También es valorable que exista a menos de 1.000 metros de vivienda un espacio de coworking.
Resumiendo…
Ya tenemos las pautas para elegir bien la compra o alquiler de una vivienda pensando también en nuestra calidad de vida, además del precio, la ubicación del inmueble y nuestra salud. Es difícil exigir la demostración de estos aspectos al vendedor de la vivienda, pero para eso nacieron los certificados independientes de construcción sostenible.
El primero de estos certificados nació en Reino Unido en 1990 ¡hace 25 años! y su éxito internacional se debe a que son una garantía de calidad para el comprador de la vivienda, un elemento diferenciador para el vendedor, y repercute en beneficios económicos, ambientales y de confort y salud para todas las personas vinculadas a la vida del edificio: inquilinos, usuarios, promotores, propietarios, gestores, etc.
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- Fuentes del artículo aquí