Al margen de la tarifa eléctrica que hayamos contratado para nuestro hogar, el precio de la luz se mantiene en cotas prohibitivas para algunas personas. No obstante, hay medidas y actitudes personales que nos permiten reducir el consumo energético para que las facturas a final de mes no sean tan elevadas.
Estos son algunos consejos que nos permiten ahorrar en luz y, si podemos aplicar la mayoría, nos permitirán reducir nuestro consumo energético hasta un 50%.
1. Revisar la potencia contratada
La potencia es la cantidad de kilovatios (kW) que proporciona la red eléctrica de forma simultánea y supone un coste fijo dentro de nuestra factura mensual de la luz. Cuantos más kW hayamos contratado, más se incrementa el coste en esta parte de la factura.
Reducir la potencia contratada tiene un coste aproximado de unos 11 euros, sin importar cuanto la bajemos. Por otra parte, aumentar los kW contratados es considerablemente más caro, por lo que tenemos que decidir adecuadamente cuales son nuestras necesidades antes de tomar una decisión.
Si al tener varios electrodomésticos conectados al mismo tiempo (calefacción, horno, lavavajillas…) no saltan los plomos, significa que disponemos de mucha potencia y, si nuestro estilo de vida lo permite, quizás podamos reducir el número de kW contratados.
2. Aprovechar al máximo la luz solar
Si el diseño o la orientación de nuestra vivienda lo permite, la luz del sol puede ser una fuente gratuita de iluminación durante muchas horas del día. Especialmente en las franjas horarias en las que el coste de la luz eléctrica es mayor.
Permitir la máxima entrada de luz posible conlleva además múltiples beneficios para nuestra salud, ya que la iluminación natural garantiza un mayor confort visual y mejora el estado de ánimo de los ocupantes.
3. Iluminación LED
En caso de no tener un acceso óptimo a la luz solar en nuestra casa, podemos recurrir a la instalación de sistemas de iluminación LED. Estos sistemas están cada vez más presentes en el mercado y son un requisito habitual en las viviendas sostenibles certificadas por BREEAM al gastar hasta un 80% menos de electricidad que una bombilla incandescente, no emitir calor y no incluir componentes contaminantes como el mercurio.
Otras bombillas de bajo consumo o CFL también proporcionan un ahorro de hasta el 50% en comparación a las bombillas tradicionales y su mayor coste inicial se compensa con el ahorro económico que proporcionan en la factura de la luz.
4. Electrodomésticos eficientes y bien utilizados
Si tenemos que renovar nuestros electrodomésticos, la mejor opción es intentar que los nuevos sean de clase A y que cuenten con un etiquetado energético A+, A++ o A+++. La inversión inicial es mayor, pero se amortiza con el paso del tiempo gracias al ahorro mensual que nos proporcionan con su menor consumo y que anualmente nos permitirá ahorrar cientos de euros.
BREEAM también valora positivamente que se instalen este tipo de electrodomésticos en los equipamientos de una vivienda que aspira a ser certificada con nuestra metodología de construcción sostenible, pero es importante que el usuario realice un uso adecuado de los mismos. Por ejemplo, cargando al máximo la lavadora y el lavavajillas; utilizando el programa ECO de los diferentes electrodomésticos; instalando placas de inducción en lugar de vitrocerámica o utilizando un equipamiento de cocina, ollas y sartenes, del tamaño adecuado para cada fuego.
5. Actitud consciente dentro del hogar
Además del uso adecuado de los electrodomésticos, tener una actitud consciente respecto al consumo energético puede ayudarnos a ahorrar más dinero del que esperamos. El stand-by, mantener electrodomésticos o equipos enchufados sin estar utilizándolos, es responsable del 10% del consumo en nuestra factura mensual. Por lo tanto, desenchufar la televisión, la tostadora o los cargadores del móvil y del ordenador cuando no los estamos utilizando siempre va a suponer un ahorro en nuestra factura.
Por otra parte, acordarnos de apagar las luces al salir de una habitación es quizás uno de los consejos con los que todo el mundo ha convivido desde su infancia. A pesar del importante gasto que implica dejar encendida la luz, muchas veces nos olvidamos de comprobar que solo estamos iluminando las habitaciones en las que estamos.
6. Controlar la temperatura
La calefacción es uno de los elementos de una vivienda que más energía consume y que, por lo tanto, más dinero nos cuestan. A pesar de que la temperatura ideal en una casa se estima en los 21º durante el día, algunas personas, especialmente las más frioleras, no pueden evitar aumentar más de 23º el termostato.
Disponer de un termostato programable que varíe la temperatura en función de la franja horaria y de la época del año puede marcar la diferencia. Además, en ocasiones es recomendable abrigarnos con algo de ropa antes de subir un par de grados la temperatura de nuestra vivienda.
7. Domótica como aliada del ahorro
El último manual técnico de BREEAM Vivienda, actualizado en 2020, incluye requisitos orientados a la domótica y las viviendas inteligentes. Por ejemplo, tener la posibilidad de regular la temperatura de cada estancia de forma individualizada o, como mencionamos en el punto anterior, programar los grados del termostato en función de la hora y la estación en la que nos encontramos.
Pero para ahorrar en la factura de la luz, además de un sistema de climatización inteligente, también pueden ayudarnos los sensores de movimiento que activan la iluminación, sistemas eficientes que regulan la intensidad de las bombillas o persianas que se adaptan en base a la hora y las necesidades lumínicas de cada momento.
En definitiva, una vivienda inteligente puede favorecer la gestión eficiente de nuestra calefacción, iluminación e incluso sistemas e saneamiento, lo que permite un ahorro de hasta el 50% en nuestra factura de la luz en comparación con un edificio normativo.