Hoy en día nuestra vida personal y laboral está íntimamente ligada al mundo digital. El conocido como “proceso de digitalización” ha servido para optimizar la forma en la que nos comunicamos y ha facilitado múltiples tareas en el ámbito profesional. Su crecimiento es exponencial y, según el Annual Internet Report de CISCO, actualmente el 66% de la población mundial cuenta con acceso a Internet y existen 29.300 millones de dispositivos conectados.
Esta situación impacta directamente en el medio ambiente, ya que cada dispositivo electrónico consume energía y el envío diario de cantidades masivas de datos a través de la red exige el mantenimiento de numerosos servidores en los denominados centros de procesamiento de datos, también llamados de forma abreviada CPD. Estos servidores requieren un alto consumo energético ya que deben mantenerse refrigerados y, a medida que crece el tráfico de datos, se incrementa el número de infraestructuras necesarias para su procesamiento y, por extensión, crecen las emisiones de CO2 relacionadas a su demanda energética.
Según Greenpeace, el tráfico digital es responsable del 7% del consumo eléctrico global y genera el 2% de las emisiones globales de CO2. Además, sugiere que una búsqueda en línea genera alrededor de 0.2 gramos de dióxido de carbono (CO2) en promedio. Aunque puede parecer una cifra pequeña, se espera que en 2023 cada persona en Europa posea y utilice, de media, entre 3 y cuatro dispositivos conectados a la red; lo que incrementará considerablemente el número de búsquedas.
Contaminación más allá del mundo digital
El tráfico digital no es la única fuente de contaminación vinculada a la digitalización. Según la Plataforma StEP (Solving the E-waste Problem), se generaron aproximadamente 53,6 millones de toneladas métricas de desechos electrónicos en 2019, y se espera que esta cifra aumente a 74,7 millones de toneladas métricas para 2030.
La rápida obsolescencia de los dispositivos electrónicos y la demanda constante de nuevos productos generan una gran cantidad de desechos; que a menudo contienen sustancias tóxicas y requieren una gestión adecuada para evitar daños al medio ambiente y la salud humana.
Por otra parte, la producción de estos dispositivos exige la extracción de recursos naturales como minerales y metales a través de procesos de minería que degradan el suelo y contaminan el agua. Además, tanto la obtención de los materiales como su procesamiento tiende a realizarse en países en vías de desarrollo, con el consiguiente impacto hacia sus propios recursos naturales.
Primeros pasos para lograr la sostenibilidad digital
La sostenibilidad digital se refiere a la práctica de utilizar recursos digitales de manera eficiente y responsable, minimizando el impacto ambiental y maximizando los beneficios sociales y económicos a largo plazo. A continuación, explicaremos la importancia de la sostenibilidad digital y cómo optimizar nuestras prácticas digitales para contribuir a un futuro más sostenible.
- Optimización el consumo de nuestros dispositivos: Una de las formas más efectivas de mejorar la sostenibilidad digital es optimizar el consumo de energía. Algunas prácticas sencillas pero efectivas incluyen apagar los dispositivos cuando no están en uso, ajustar el brillo de las pantallas a niveles más bajos, cerrar las páginas web que no estemos leyendo o utilizando y escoger software y hardware energéticamente eficientes.
- Fomentar la sostenibilidad en el almacenamiento y la gestión de datos: El almacenamiento y la gestión de datos también tienen un impacto ambiental significativo. Los centros de datos, consumen grandes cantidades de energía que se pueden reducir apostando por una fuente de energía renovable para su funcionamiento o instalando los servicios en la nube en espacios de climas fríos que favorezcan un menor esfuerzo de refrigeración en sus servidores.
En España, BREEAM ha participado en la evaluación y certificación de algunos CPD cuyos gestores han apostado por un modelo sostenible que minimice su impacto en el medioambiente. Como usuarios, podemos contribuir eliminando los emails que no leemos en nuestra bandeja de correo o darnos de baja de newsletters que ya no leemos. - Promoción de prácticas digitales sostenibles: La educación y la concienciación son fundamentales para promover prácticas digitales sostenibles. Las empresas y organizaciones debemos liderar e impulsar programas de capacitación para empleados y clientes, destacando la importancia de la sostenibilidad digital y brindando pautas claras sobre cómo reducir el impacto ambiental.
- Reducción de los desechos electrónicos: La gestión adecuada de los desechos electrónicos es esencial para la sostenibilidad digital. Fomentar el reciclaje y la reutilización de dispositivos electrónicos, así como la reparación en lugar de reemplazo, puede ayudar a reducir la generación de desechos electrónicos y prolongar la vida útil de los dispositivos.
Al optimizar nuestras prácticas digitales, podemos reducir el impacto ambiental de la tecnología y contribuir a un futuro más sostenible. Desde reducir el consumo de energía hasta promover el reciclaje y la reutilización de dispositivos electrónicos, todos podemos desempeñar un papel activo en la construcción de un mundo digital más sostenible. Al hacerlo, estaremos trabajando hacia un futuro en el que la tecnología y la sostenibilidad coexistan en armonía.