Sabemos que el sector de la construcción es responsable de al menos el 40% de las emisiones globales de CO2 que agravan las consecuencias del calentamiento global. En Europa, la construcción y el uso diario de los edificios generan un 36% de las emisiones de CO2, por lo que la Comisión Europea decidió hace años intervenir a través de medidas que ayuden a impulsar los edificios Net Zero y descarbonizar el parque inmobiliario del continente.
Para lograr un objetivo tan ambicioso, la Comisión Europea aprobó en 2024 la Directiva de Eficiencia Energética, la cual ha establecido dos fechas clave para conseguir que el parque inmobiliario europeo sea neutro en carbono. El primer plazo establece que todos los edificios de obra nueva deben cumplir el estándar Net Zero en 2030, mientras que el resto de construcciones deben renovarse para alcanzar la misma meta en el año 2050.
En este contexto, a mitad de camino de la fecha límite, los promotores inmobiliarios llevan años trabajando para ajustarse a las demandas medioambientales de la Unión Europea, que con su Pacto Verde ha establecido diferentes marcos regulatorios que han obligado al sector de la edificación a transitar hacia un modelo sostenible en tiempo récord.
Los edificios Net Zero son la culminación del plan de descarbonización europeo
Abordar un programa medioambiental, tan ambicioso como necesario, ha exigido múltiples marcos regulatorios encaminados al objetivo de mitigar los efectos del cambio climático derivados del aumento de la temperatura media global.
En 2014, la Comisión Europea dio luz verde al programa “Fit for 55”, que trata de reducir un 55% de las emisiones netas para 2030 respecto a 1990. Diversos marcos regulatorios posteriores pretenden funcionar como guía para que los diferentes sectores, industrias y gobiernos sepan qué medidas son eficaces y de qué manera deben adaptar sus diferentes modelos económicos y de gobernanza.
De este modo, la Directiva de Eficiencia Energética ha establecido una hoja de ruta que establece la necesidad de aportar ayudas económicas para renovar el parque inmobiliario obsoleto y mejorar su eficiencia energética; reducir el consumo total de energía en el continente un 11,7% para el año 2030 y establecer unos estándares mínimos de rendimiento energético que incrementen las exigencias normativas en esta materia.
El objetivo final de todas estas medidas es incrementar la presencia de los denominados edificios Net Zero, es decir, construcciones que generan tanta energía como la que consumen a través de tecnologías renovables y de una elevada optimización de sus sistemas de eficiencia energética.
Instalar fuentes de energía renovable in situ, optimizar su diseño para favorecer un correcto aislamiento, apostar por luminarias y equipamientos de bajo consumo o contar con sistemas de monitorización que permitan controlar el rendimiento energético de las instalaciones son algunas de las características que definen a un edificio Net Zero.
Aplicar estos sistemas aporta múltiples beneficios que van más allá del ahorro energético y la mitigación de las emisiones de CO2:
- Ahorro económico: Un edificio que consume menos reduce sus costes operacionales y su gestor o propietario pagará menos en la factura de la luz.
- Incremento del valor: La reducción del coste energético y su mejora en materia medioambiental provocan un incremento del valor del activo, ya que cada vez más compradores e inversores se decantan por opciones sostenibles.
- Mejora del bienestar: Los diseños pasivos y un buen aislamiento térmico y acústico son elementos presentes en este tipo de edificios, lo que a su vez repercute en un mayor confort para el usuario.
Por otra parte, también existen trabas que dificultan la rápida adopción de este modelo constructivo en el mercado inmobiliario. A pesar del retorno que garantiza un menor coste energético y la revalorización del activo, construir edificios Net Zero puede ser más caro. Además, la capacidad económica y técnica del sector inmobiliario es diferente entre los distintos países que conforman la Unión Europea, lo que está dificultando que este tipo de medidas puedan aplicarse de forma homogénea y constante en todo el territorio comunitario.
¿Qué papel desempeñan los certificados de construcción sostenible en los planes de la Directiva de Eficiencia Energética?
Las metodologías de construcción sostenible como BREEAM cumplen un papel fundamental al actuar como guías o facilitadores para los promotores. Una de las máximas de los certificados de construcción sostenible es fomentar la aplicación de medidas medioambientales que vayan más allá de las exigencias normativas.
La nueva Taxonomía Europea y los mencionados planes de descarbonización propuestos por la Directiva de Eficiencia Energética pueden abrumar a muchas empresas del sector que no saben si sus procesos de trabajo cumplen al 100% las demandas regulatorias o si deben adaptar su método de trabajo para evitar sanciones.
Ante esta situación, los certificados como BREEAM aportan tranquilidad al garantizar que, con su aplicación, se pueden superar ampliamente las demandas de los diferentes marcos regulatorios. BREEAM es una metodología que aporta, en función de la tipología constructiva y la fase del ciclo de vida en la que vamos a intervenir, una serie de medidas sostenibles contrastadas en ámbitos como la energía, la salud y el bienestar de los ocupantes, la gestión del agua, mitigar la contaminación del edificio, preservar la biodiversidad del entorno o minimizar los residuos generados.
En el ámbito energético, los edificios certificados por BREEAM proponen medidas que superan el marco establecido por la Directiva de Eficiencia Energética y ofrece requisitos que pueden provocar un ahorro energético de entre el 50% y el 70% respecto a un edificio que simplemente se limita a cumplir las exigencias normativas.
Instalar o aprovisionarse a través de fuentes de energía renovable, incluir sistemas de monitorización de consumo, priorizar la iluminación natural, utilizar luminarias de bajo consumo, instalar equipos energéticamente eficientes en los edificios, proyectar un diseño pasivo y bajo en carbono, apostar por un adecuado aislamiento térmico y acústico, garantizar una buena conexión de transporte público con el inmueble o proveer las instalaciones de zonas verdes son algunas de las medidas propuestas por BREEAM que se amoldan a las características propias de un edificio Net Zero.