Dos años después de presentarse ante la Comisión Europea, la Ley de Restauración de la Naturaleza ha sido aprobada y se convierte en la primera norma orientada a proteger la biodiversidad del continente.
“No hay descanso posible en la protección de nuestro medio ambiente. Hoy el Consejo de la UE ha elegido restaurar la naturaleza europea, protegiendo así su biodiversidad y el entorno en el que viven los ciudadanos europeos. La delegación europea podrá asistir a la próxima COP con la cabeza bien alta”, con estas palabras definía Alaine Maron, ministro de Medio Ambiente de la Región de Bruselas, el hito de haber conseguido aprobar la ley tras meses de negociaciones.
Medidas clave de la Ley de Restauración de la Naturaleza
A pesar de la controversia que suele acompañar a las leyes medioambientales, muchos grupos parlamentarios que al principio se mostraron contrarios a la Ley de Restauración de la Naturaleza han terminado aceptando la necesidad de aprobarla, no solo para preservar nuestros ecosistemas, si no para mantener la capacidad productiva de la industria agroalimentaria de la región.
El 80% de los ecosistemas de la Unión Europea han sido degradados en mayor o menor medida. Por este motivo, el objetivo más ambicioso de esta nueva ley es la restauración total de todos los ecosistemas marinos y terrestres del continente para el año 2050.
A fin de alcanzar estos objetivos generales, los Estados miembros deben restaurar al menos el 30 % de los hábitats contemplados en la nueva ley (desde bosques, pastizales y humedales hasta ríos, lagos y lechos coralinos) para que pasen de un estado deficiente a uno bueno en 2030, porcentaje que aumentará al 60 % en 2040 y al 90 % en 2050. Además, los países de la UE deben dar prioridad a las zonas de la Red Natura 2000 hasta 2030; siendo España el territorio con más hábitats adheridos a esta red.
Los Estados miembros también tendrán que elaborar un plan nacional de restauración que detalle los pasos que van a seguir para alcanzar estos objetivos y, además, tendrán la obligación de convertir al menos 25 000 km de ríos en cauces libres y garantizar que no se produzca una pérdida neta de la superficie nacional total de espacios verdes urbanos y de cubierta arbórea urbana.
Otra preocupación que aborda la Ley de Restauración de la Naturaleza es la pérdida de ecosistemas forestales, cuyos indicadores se esperan mejorar tras la plantación de 3.000 millones de árboles más en los territorios de la Unión Europea, y la degradación de la biodiversidad, frente a la cual se plantea la reinserción de aves y especies polinizadoras, como abejas y mariposas, en áreas cuya escasa presencia muestra un peligroso declive.
Adaptación a las necesidades agrícolas
Otro de los aspectos en los que interviene la ley afecta a la restauración de zonas agrícolas; siendo el aspecto más controvertido de la normativa, ya que muchos defensores del sector agrícola alegan que cumplir esta normativa conllevaría un incremento de sus costes y un descenso en su capacidad productiva.
Para paliar este tipo de reticencias, la ley incluye un «freno de emergencia» que permitirá suspender los objetivos para los agroecosistemas en circunstancias extraordinarias si merman en gran medida las tierras necesarias para una producción suficiente de alimentos para el consumo de la UE. Además, algunas medidas, como la rehumidificación de zonas agrarias, serán voluntarias para los agricultores y propietarios particulares.
Por otra parte, el propio sector agrario apreciará múltiples beneficios asociados a la aplicación de la Ley de Restauración de la Naturaleza:
- Se reducirá el riesgo de sufrir incendios forestales al adaptar los bosques a las nuevas particularidades climáticas del entorno.
- La restauración de humedales permitirá filtrar el agua contaminada por fertilizantes y purines.
- Se incrementará la población de especies polinizadoras, cuya presencia es fundamental para la producción agrícola.
- Se recuperará terreno matorralizado como áreas de pasto o de producción agrícola.
Desde el punto de vista económico, la propia Unión Europea estima en 1,86 billones de euros los beneficios monetarios de restaurar los ecosistemas. Es decir, se estima una cifra entre 8 y 10 veces superior al coste de inversión necesaria para poner en marcha las medidas de esta nueva ley.
La pérdida de ecosistemas y de su biodiversidad no solo perjudica a nuestro entorno, si no que también impacta directamente en nuestra economía, nuestra capacidad de producir alimentos y, en definitiva, en nuestro estilo de vida. Apostar por un modelo sostenible y aprobar leyes en pro de la naturaleza es la mejor baza que tenemos para garantizar nuestro bienestar y el de las futuras generaciones.