Cada año, el 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha promovida por Naciones Unidas para subrayar los problemas medioambientales y las consecuencias del calentamiento global. Bajo el lema: “Nuestras tierras. Nuestro futuro”, este año Naciones Unidas pone el foco en la desertificación y destaca la importancia de cuidar nuestros suelos para preservar los ecosistemas.
En este momento, según datos de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, el 40% de las zonas terrestres han sido degradadas, lo que afecta a la mitad de la población mundial. Además, el volumen y la duración de los períodos de sequía se han incrementado un 29% desde el año 2000.
Para evitar que tres cuartas partes de las zonas terrestres sufran los problemas de la desertificación dentro de 25 años, es necesario actuar ya. Si bien hay determinados territorios insalvables, todavía hay multitud de espacios agrícolas, parques naturales y humedales cuyo suelo se puede regenerar con el esfuerzo compartido entre las instituciones públicas y el compromiso social e individual.
¿Qué medidas podemos adoptar para evitar la degradación del suelo?
- Reducir la contaminación del suelo y del agua: Muchas actividades agrícolas e industriales producen la contaminación química y la acidificación del suelo y las fuentes de agua. Para evitarlo es necesario adoptar una adecuada política de gestión de los residuos químicos e instalar filtros y medidas de control que reduzcan los vertidos contaminantes. Además, es crucial limitar y regular el uso de ciertos pesticidas agrícolas y compuestos que son especialmente contaminantes y dañinos.
- Adoptar medidas regenerativas: Existen métodos que permiten la regeneración paulatina del suelo; por ejemplo, la aplicación de cal ayuda a limitar la acidez de los suelos y permite que se recuperen parte de sus nutrientes. Otro método consiste en utilizar fertilizantes naturales, como el compost y el estiércol, en lugar de otros productos químicos que pueden alterar la composición del suelo.
- Conservar la biodiversidad: La plantación de vegetación autóctona en un territorio evita la erosión del terreno, ayuda a retener los recursos hídricos y favorece la presencia de vida silvestre en la zona. También es importante aplicar medidas extremas como la reintroducción de especies animales y vegetales nativas en aquellos espacios naturales más afectados.
- Uso sostenible del agua: Utilizar técnicas de riego responsables y evitar la contaminación de los recursos hídricos es fundamental para evitar la erosión, la contaminación y los problemas de escorrentía que afectan al suelo. Una mala gestión de los recursos hídricos puede favorecer la salinización del terreno, por lo que es importante garantizar un flujo de agua limpia y aplicar técnicas como el riego por goteo, que minimiza su consumo.
- Educación y políticas públicas: Tenemos el conocimiento y la capacidad técnica para frenar la degradación del suelo, pero es necesario que las personas cuya actividad impacta directamente en la salud de nuestra tierra, conozcan las consecuencias negativas de actuar de manera irresponsable y, al mismo tiempo, sean conscientes de los beneficios que aportará su compromiso. Además, se necesitan políticas públicas solidarias que minimicen el impacto de las nuevas medidas que se deban aplicar en la industria y el sector agrícola en la lucha contra la degradación del terreno.
El sector de la edificación contra la degradación del suelo
El sector de la construcción también cumple un papel relevante en la lucha contra la contaminación y la desertificación. Las metodologías de construcción sostenible proponen y valoran una serie de medidas que ayudan a preservar la salud del suelo en el que se ubica un edificio. Estos son algunos de los aspectos que tiene en cuenta BREEAM® dentro de su categoría Uso del Suelo y Ecología:
- Selección del emplazamiento: Dentro de la metodología BREEAM® se fomenta la construcción sobre terreno previamente urbanizado para de evitar el uso de suelos que no han sufrido ningún tipo de alteración anterior. También se valora la edificación en suelos contaminados que no puedan dedicarse a otra actividad y que no promuevan la biodiversidad del entorno. Por supuesto, la superficie debe descontaminarse antes de su reurbanización.
- Contratar un Ecólogo con cualificación adecuada (ECA): Dentro de esta categoría la figura del ecólogo es fundamental, ya que utilizará sus conocimientos para analizar el terreno y recoger los datos que determinarán el valor ecológico del suelo. Para la adopción y aceptación de determinados requisitos se tendrán en cuenta sus informes y análisis, así como las consiguientes recomendaciones de preservación de la fauna y flora locales durante el proceso de construcción.
- Protección de los elementos de valor ecológico: En línea con el trabajo del ecólogo, BREEAM® valora aquellos requisitos que fomentan la biodiversidad del entorno. Se trata de proteger todos los elementos con valor ecológico en el emplazamiento y zonas limítrofes, instalando una protección adecuada para que dichos elementos no se vean afectados por las tareas de limpieza, preparación y construcción. Un ejemplo es la instalación de barreras que protejan los árboles del entorno o realizar zanjas de impermeabilización y drenados que eviten la contaminación de aguas subterráneas, humedales, pozos o zonas costeras.
- Control de la erosión: Evita la erosión y degradación del terreno es otro objetivo de nuestra metodología de construcción sostenible, así como la elaboración de un plan de integración y fomento de la biodiversidad en el suelo sobre el que construimos. Un ejemplo de ello son las fachadas o cubiertas vegetales y, en caso de no ser posible, también se valora la plantación de vegetación autóctona o con escasas necesidades de riego, de modo que integramos parte de la biodiversidad del entorno y adoptamos una medida que puede limitar las escorrentías y la erosión.
